Tenemos las primeras noticias de esta Abadía benedictina conocida como el Escorial Burgalés a finales de siglo IX. Del primitivo monasterio románico situado a tan sólo 12 km al oriente de Burgos y tan ligado al Cid Campeador, como recogen las Leyendas de Cardeña, sólo queda una vieja torre del siglo X y el claustro románico del siglo XII.
Aunque no hay constatación de tal hecho se dice que fue el lugar donde se refugió bajo la protección del Abad Sisebuto, Dña Ximena y sus hijas, aquellas que según el Cantar de Gesta se casarían con los malogrados Infantes de Carrión tras ultrajarlas en el Robledal de Corpes, con motivo del primer destierro de Don Rodrigo Diaz de Vivar a causa de su ataque a la Taifa Toledana aliada por entonces del Rey Alfonso, su Señor.
Lo que si se conoce es que tras su muerte en 1099, después de haber vivido durante sus últimos años como un auténtico soberano en el Reino Musulmán de Valencia por él conquistado, sus restos fueron trasladados al cabo de 2 años para ponerlos a salvo del asedio de los Almoravides en el 1102 por su esposa la noble asturiana Ximena desde la Catedral Mezquita de Valencia al Monasterio de Cardeña.
Es en esta Abadía burgalesa donde su cuerpo permaneció durante años embalsamado para la contemplación de los nobles y visitantes que se acercaban a ver los restos del héroe castellano.
Este se mostraba sentado en el presbiterio en un taburete de marfil con su mano sobre el puño de su espada, no sabemos si se trataría de la Colada o Tizona armas arrebatadas respectivamente al Conde de Barcelona y el Rey de Marruecos. Finalmente a causa de su descomposición los monjes decidieron darle sepultura.
El Cid(Mi señor en Arabe), adalid como Santiago Matamoros de la lucha contra el invasor árabe, buen vasallo y defensor del Reyno , según cuenta la incierta Leyenda forjo su enemistad con Alfonso VI Rey de León y Castilla, quien se tuvo que someter obligado por Don Rodrigo a la humillación de jurar en la Iglesia de Santa Gadea su no participación en la muerte de su hermano Sancho II de Castilla manos del traidor Vellido Dolfos en el sitio de Zamora como se relata en uno de los Cantares de Gesta.
¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real: ?¡A don Sancho han mal herido!
Muerto le ha Vellido Dolfos, ¡gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo,
por las calles de Zamora va dando voces y gritos:
Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido.
Hoy día puede contemplarse en la conocida como Capilla del Cid, junto con los cenotafios de muchos de su parientes y amigos, el sarcófago de Don Rodrigo y su esposa tallado en piedra en el siglo XII por indicaciones de su pariente lejano Alfonso X el Sabio. En la actualidad está vacío a causa de la profanación de las tropas francesas en 1808 quienes trasladan los cadáveres a Francia. La mitad de sus cuerpos, la otra está en paradero desconocido, reposan en nuestros días bajo el crucero de la Catedral de Burgos. Frente a la entrada de la Abadía podemos contemplar junto a unos olmos un sencillo monolito señalando el lugar donde según la tradición fue enterrado el noble y fiel corcel Babieca, el "Necio".
Pero no sólo el Cid y su estipe dió debido renombre a esta Abadía. Un sangriento hecho acaecido en el año 953 hizo que este cenobio fuera tristemente conocido. 200 monjes, conocidos cómo los Mártires de Cardeña, fueron degollados en su claustro a manos de las tropas de Abderramán comandadas por Ahmed ben-Yala, Gobernador de Badajoz, y Gálib, Gobernador de Medinaceli.
Durante varios siglos el día 6 de Agosto se teñía de sangre el suelo del claustro bajo el cual habían sido sepultados sus cuerpos, por ello también son conocidos como los Mártires del 6 de Agosto. Este hecho y otros milagros atribuidos hicieron de Cardeña un centro de peregrinación al que acudían Reyes y devotos fieles de toda España. Finalmente en tiempos del papa Clemente VIII a principios del siglo XVII fueron canonizados .
Ahora habitan en este lugar saqueado por la barbarie del invasor francés y abandonado durante 100 años a causa de la desamortización de Mendizabal, tan sólo unos 18 monjes seguidores de la Regla de San Benito, quienes siguiendo con el Ora et Labora de su fundador elaboran queso, licores y crían en una cavas un noble vino al que denominan Valdevegón.
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