Eran años convulsos en los
incipientes reinos cristianos en la
España del siglo X. Se tejían y
rompían alianzas mientras las inestables fronteras estaban sometidas a la continuas
azeifas y expediciones de castigo por parte del flamante Califa de Córdoba Aderramán III cuando sucede un hecho
curioso que sin duda merece ser conocido.
Acabada de morir a la edad de 30 años el buen monarca leones Ordoño III dejando el trono vacio y un sinfín de luchas intestinas y conspiraciones
muchas de las cuales provocadas por su hermanastro, Sancho, hijo nacido en el
segundo matrimonio del Rey Ramiro II,
vencedor de Abderramán en la
trascendental Batalla de Simancas.
Este último tras repudiar, por mandato
canónico al ser parientes, a su primera esposa Adosinda, se casó con la Princesa navarra Urraca, hija de Sancho el Garcés y su esposa Toda Azna, mujer influyente donde las ha habido, conocida como La Gran Casamentera, fruto de los
matrimonios de sus numerosos hijos un
varón y seis hembras a quienes colocó en los tronos de los reinos vecinos.
A la muerte de Ordoño III, primogénito de Ramiro,
accedió al trono leonés su hermano Sancho, cono conocido como Sancho I el Craso (el Gordo) por su
extrema gordura a causa de la cual fue derrocado a los pocos años de reinado por
los nobles leoneses y asturianos cuya enemistad se había granjeado por sus
alianzas y complicidades con el Reyno
Navarro y el Conde Fernán Gonzalez
de Castilla. Le sucede en el Trono, aunque por breve tiempo, un primo suyo (todo
quedaba en familia) Ordoño IV el Malo, sobrenombre
otorgado tanto por su mala salud y continuas dolencias como por su carácter
impío y cruel.
Entre tanto el depuesto Sancho I vivía refugiado en la Corte Pamplonesa, bajo la protección de
su abuela la reina viuda Toda, no en
vano era su nieto favorito, y quien a pesar de su elevada edad , casi 80 años,
no cejaba en su juego de influencias e intrigas políticas.
Toda de quien no habíamos dicho aún que era tía del poderoso Abderramán organiza un viaje a la
Córdoba califal para solicitar el apoyo de su pariente omeya ( Aderramán era
nieto de la madre de Toda la cautiva
Oneca) para que, a cambio de vasallaje,
Sancho recupere el trono de León y
al tiempo someterle a un estricta ya que su extrema gordura le
impedía desde moverse con soltura, montar a caballo, empuñar un arma o yacer
con una mujer, tareas necesarias para ejercer el oficio de Rey y tener
descendencia.
Hasday Ibn Isaac Ibn Saphrut, médico y diplomático judío, despues de examinarle en Pamplona fue el encargado de poner en
forma a Sancho quien se dice pesaba por entonces a causa de
su hidropesia y gula unos 240 kg.(21 arrobas).
Para tamaña labor lo primero que
se le ocurrió fue coser la boca de Sancho al cual sólo se le permitía
ingerir por una cánula líquidos y un brebaje milagroso a base de hierbas
medicinales que le provocaba tremendas
diarreas.
La dieta duró 40 días, durante los cuales Sancho tenía que beber la poción unas 7
veces diarias para provocarle vómitos y continuas diarreas que
aceleraran su pérdida de peso.
Para combatir la flacidez de sus
carnes complementaban la dieta con intensas y dolorosas sesiones de masaje y sauna que
favorecía la expulsión de los líquidos de su organismo. A medida que iba perdiendo peso el
médico judío le prescribió ejercicio y para obligar a nuestro infeliz Sancho a moverse, éste era atado con cuerdas y tirado de ellas
ayudado de un andador diseñado especialmente para no
caerse.
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