En este día de Navidad quiero rendir mi particular homenaje a esta entrañable festividad haciéndome eco de una emotiva tradición que se lleva a cabo en la montaña Asturleonesa y algunos lugares de la Cordillera Cantábrica. Me refiero a la tradicional salida navideña que llevan a cabo los Grupos de Montaña para instalar en el alto de una Cumbre un sencillo Portal de Belén.
Desafiando las inclemencias del tiempo, los amantes de la montaña, jóvenes y mayores, se unen año tras año en una marcha en la que se asciende a una cumbre para testimoniar su amor por la naturaleza y rendir su particular y profundo homenaje a la Navidad.
Quien haya participado alguna vez en esta arraigada costumbre llevara siempre en su corazón el profundo sentimiento de camaradería, hermanamiento y comunión que se siente tras unas horas de dura ascensión hasta la Cima.
Allí la emoción te embarga contemplando, unas veces la vasta inmensidad de un hermoso paisaje de valles y montañas que a tus pies se extiende y otras sumido en una fría niebla sintiendo el misterioso vacio viendo ascender desde abajo un mar de húmedas y desafiantes nubes mientras se entona con reverencia las estrofas de un sencillo y popular Villancico.
Luego los participantes toman un poquito de turrón, algún polvorón finalizando con un brindis al viento con el deseo de un nuevo año de paz y ventura. .
La tradición se completa con una comida de hermandad, en la que con ambiente jovial se confraterniza y se estrechan los lazos de amistad de todos aquellos que hacen de su pasión por la naturaleza y la montaña un estilo de vida y afición común.
En la capilla hay repiques
de campanas navideñas
y en el pesebre una Virgen
desvelada sufre y sueña.
Contempla al niño dormido,
mira su frente serena
y una sonrisa ilumina
su carita de azucena.
Din, dan, don
las campanitas sonando están.
Din, dan, don
las campanitas sonando están.
¡¡Feliz Navidad a todos.!!!!